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NI ESTUDIAN NI TRABAJAN: SEGUNDA PARTE GENERACIÓN NINI

Publicado: 2011-06-15

"Una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras: está condenada a desangrarse." (Kofi Annan)

Nuestra colistera en la lista Comunidad E-ducativa, la Doctora Nacarid Rodríguez Trujillo, a la que agradecemos de corazón, nos piloteó hasta la base de datos del Sistema de Investigación de Tendencias de la Educación en América Latina - SITEAL, y así hemos obtenido algunos datos relevantes sobre la extensión en varios países de América Latina de la Generación que Ni Estudia Ni Trabaja. A su vez, SITEAL ha extraído la data peruana de las Encuestas Nacionales de Hogares (ENH) del INEI de 2007 y 2009. La Generación NINI, tan desgraciadamente invisibilizada en el discurso electoral de los últimos meses, es expresión doble de la doble crisis de empleo y de educación que nos aqueja.

Como vimos en artículo anterior sobre este tema, el empleo se reduce, y se reduce más aún el empleo decente. Entre las principales víctimas de este proceso, están los jóvenes. La Generación NINI, que NI ESTUDIA NI TRABAJA, le debe este nombre a su característica fundamental de no estar encuadrada ni en el sistema educativo ni en el sistema productivo. Es decir, está en NADA, como decimos nada sutilmente por acá.

La importancia del tema está en la medida que combina los aspectos laboral y educacional, a la vez que se refiere a los jóvenes y su inserción social. La única cifra que manejábamos en anterior artículo era de unos 20 millones de jóvenes en América Latina en situación NINI. En Centroamérica, México y Colombia el problema de la Generación NINI parece estar muy relacionado con el problema del narcotráfico y el pandillaje. Los Maras, grupo internacional de pandilleros organizados semi-militarmente, se afiataron como superpandilla gracias a la brillante y facilista “solución” de ingresar a estos jóvenes en el Servicio Militar, multiplicando varias veces el problema que se pretendía solucionar. Esto demuestra que la estupidez suele ser contagiosa, y ataca la capacidad de observación y razonamiento, pues que sepamos la incapacidad de aprender de la experiencia ajena tuvo entre sus víctimas a una candidata presidencial en el Perú, y al Gobierno Regional del Callao, que insistieron, e insisten, en esta “solución”, que entienden como panacea. Las elecciones pasaron, así que el fantasma de ver a la estupidez entronizada en este aspecto ha pasado por ahora, aunque entendemos que en el Callao se hace lo necesario para fomentar la aparición de una versión nacional de maras.

Primero, las cifras

Miremos un poco a América Latina, manejando algunas de las cifras que SITEAL nos pone al alcance. Veamos el asunto primero desde una perspectiva longitudinal y sincrónica, y luego desde una transversal, comparativa. Reservaremos este artículo para la primera, en tanto que en un ulterior artículo enfrentaremos la segunda.

La perspectiva sincrónica

Veamos algo de la evolución del problema de acuerdo a las cifras, escogiendo algunos países que sentimos como representativos:

Los países pueden clasificarse de acuerdo a la gravedad del problema:

Grave, como Argentina Urbana y Chile, donde uno de cada dos jóvenes de 14 a 30 años son NINI.

Regular, como Colombia y México, con aproximadamente uno de cada tres jóvenes NINI.

Por último, la estándar, de Brasil y Perú, con 1 de cada 4 jóvenes en la condición NINI.

Vamos uno por uno:

En la Argentina Urbana, en 1993 un 37.7 % de la población entre los 14 y los 30 años de edad era NINI. Hacia 1998, la cifra saltó a 42,5 %, manteniéndose más o menos estacionaria hasta 2009, que registra un 44 %. Casi la mitad de esta población total es NINI.

En Brasil, las cifras muestran ser estacionarias, desde el 2001 un 24,7 % hasta el 2009, un 25, 3 %.

En Chile, se presenta un aumento y agudización del problema. En 1990 un 38,5 % era NINI, en 1996 se salta a 45,7 %, alcanza un pico de 49,8 en el 2003, y de ahí una pequeña reducción a 48 % en el 2009.

Colombia no cuenta con más cifra que el 32,6 % registrado en 2010. No es posible hacer aquí análisis sincrónico.

México, que quizá es el país que más visualiza y enfrenta el tema, registra un crecimiento desde el 24,9 % en 1993, hasta el 31,3 % en 2008. Esta visibilización tendría fuerte relación con un problema que Colombia enfrentó una década atrás, el de la “narcotraficización” (horrible neologismo) de la sociedad, que incorpora una peligrosa forma de encuadrar a los jóvenes NINI.

El Perú registra dos cifras: En 2007 un 23,7 % y en 2009 un 25,8 %. Pocas para registrar una tendencia, sin embargo nos ayudarán en la comparación.

No entraremos a plenitud al tema de los países centroamericanos, cuna de los maras, por razones de simplicidad y espacio.

Una primera conclusión que sugieren estas cifras es que parece que la condición NINI está en general crecimiento. Cada vez más gente joven está en estado de “vagancia”, o como decimos algo jocosamente por acá, de “travagancia”.

Otra conclusión es que las contenciones que se han estado colocando para evitar la expansión del problema no parecen surtir un efecto demasiado apreciable. Así lo sugerirían las cifras brasileñas, argentinas y mexicanas.

Los casos del Perú y Colombia parecen ser diferentes, porque no sabemos que se haya aplicado ni una sola contención dado que el problema no está visibilizado aún en la sociedad, posiblemente por la válvula de seguridad constituida por la emigración en el caso peruano. En el caso colombiano, del que ignoramos casi todo, aventuraremos una hipótesis: En las décadas del 80 y 90 el estado colombiano habría tomado por las astas el tema de la narcotraficización de la sociedad en los niveles locales y municipales, reforzando sus municipios al entregarles ingentes montos del presupuesto nacional, a fin de competir eficazmente con el clientelismo de los cárteles de narcotraficantes, con el posible efecto colateral de interrumpir o cuando menos estorbar el reclutamiento de jóvenes NINI.

El encuadre de los NINIs

Nos gustaría introducir un concepto tipo vuelo de pájaro. Si ni el sistema educativo ni el sistema productivo encuadran eficazmente a  los jóvenes, la pregunta es entonces, de dónde surgen y en dónde o hacia dónde se encuadran. Llamemos provisionalmente “encuadre” al locus de la ubicación físico-social de los jóvenes NINI, definiéndolo operativamente como los lugares institucionales desde donde son “expulsados” hacia la situación NINI. Entendemos que este “encuadre” tiene que ver con los procesos que dan lugar a los NINIS, que trataremos de visualizar, aunque como no contamos con data haremos hartas hipótesis, esperando que nuestros amigos nos ayuden a corregirlas y aumentarlas. ¿Dónde encuadramos a los NINIS? Vale decir, ¿De dónde surgen, y a dónde van?

Primer encuadre: Desertores del sistema educativo

En nuestro país podemos suponer un primer nivel de encuadre en los desertores del sistema escolar que permanecerían en el hogar. Se quedan en casa consumiendo televisión o juegos, o tal vez ayudando en la economía doméstica. Las muchachas y muchachos que deben abandonar la escuela por diversos motivos no tienden a retornar al sistema, porque el crecimiento económico del que tanto se han jactado los gobiernos no ha llegado allá abajo en ninguna forma, ni de empleo ni de mejora del sistema educativo que retenga al alumno. Por ello entendemos como muy posible que este grupo termine reforzando las estadísticas de Trabajo Infantil en el nivel de las actividades de subempleo, o peor aún, de trata de personas o la integración a redes de delincuencia organizada.

Ahora bien, retener al alumno en el sistema educativo no es una solución al problema, es más bien un paliativo. Como es sabido, los jóvenes tienen la mala costumbre de crecer con el tiempo, a razón de un año cada año, y no pueden estar eternamente en el sistema educativo, sin por lo menos combinarlo de alguna manera con el sistema laboral. Cruzando esa cuarta parte de la población joven que es NINI con los niveles de desempleo abierto juvenil, parece ser que, efectivamente, los mecanismos de “primera chamba”, aunque existen, no están suficientemente desplegados para abarcar una parte notable de la población joven. Este es un enorme reto para el gobierno que recién se inicia.

Segundo encuadre: Egresados del sistema educativo secundario

Un segundo nivel de encuadre estaría en los egresados del sistema educativo en secundaria. Se sabe que la formación que el sistema educativo proporciona solamente puede definirse como inútil si de ganarse la vida se trata, y solamente sirve para orientar a los jóvenes a las universidades, donde ellos y sus familias continúan siendo exprimidos hasta donde se pueda. Los no-ingresantes se encuadran entonces en otro grupo NINI. Desde el hogar alimentarán a las academias preuniversitarias, o entrarán al mercado laboral juvenil en condiciones completamente adversas. La ruta vital los lleva en línea directa al subempleo, el ocio improductivo, o las redes delincuenciales.

Tercer Encuadre: Expulsados del sistema universitario

Naturalmente, cuando hablamos de “expulsión” no hablamos en sentido académico sino económico. Es sabido que muchos jóvenes que están estudiando no trabajan. Contrario sensu, muchos de los que trabajan no estudian. Los que consiguen ambas cosas son muy pocos, pues no existe coordinación alguna entre una actividad y otra, de modo que para la mayoría de jóvenes son actividades exclusivas. Vale decir, se entiende que el que estudia no trabaja, y si, por motivos académicos o económicos, debe retirarse del sistema universitario, normalmente lo hará por la necesidad de trabajar. Pero el empleo no es que precisamente abunde, entonces se encuadrará como NINI desde las filas del desempleo juvenil abierto, o del subempleo.

Cuarto Encuadre: La Discapacidad

La discapacidad es un problema particular, con sus propias aristas, pero es obvio que muchísimas personas con discapacidad son jóvenes NINI, y muchos de ellos desde los 14 años. Naturalmente, dado quye la discapacidad puede ser genética o adquirida, los jóvenes que entran en esta categoría pasan a ser NINIS casi automáticamente. Un grupo particularmente visible es el de los veteranos de la guerra de sendero y otros conflictos, que constantemente están en queja de las condiciones en que sus instituciones los tienen.

Las cifras de personas con discapacidad en el Perú no se conocen con exactitud debido al problema conceptual de definición de la discapacidad, lo que ha producido cifras para todos los gustos. Pero hay coincidencia en todas las fuentes que la deserción, el desempleo y el subempleo son mucho mayores entre la población con discapacidad. Uno de los encuadres más comunes del NINI con discapacidad es la mendicidad, se ha observado que el número de personas con discapacidad entre los mendigos y pobres extremos es notablemente alto.

Seguiremos con el tema

Estos encuadres no deben ser completos, pero como no pretendo agotar el tema, sino introducirlo y visibilizarlo, podemos por ahora dejar aquí este primer análisis, llamémoslo sincrónico, es decir centrado en un superficial vuelo para ver de dónde vienen y a dónde van los NINIS. Amenazamos entonces con un siguiente artículo sobre el tema. Nos vemos.


Escrito por

Javier Bellina de los Heros

Profesor, es decir, sobreviviente. Lector e iconoclasta, con ciertos límites. Libre e independiente por la voluntad particular mía. Con aspiraciones ciudadanas libertarias. Con alguna que otra idea, y bastante bilis. Admirador de Orfeo, radical pensante, pero


Publicado en

Memorias de Orfeo

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